Háblanos de los orígenes del Bagdad y de cómo empezó tu andanza aquí…
Antes de entrar nosotros, este local pertenecía a la mítica vedette La Bella Dorita y era un tablao flamenco que se llamaba la Bodega del Toro. Cuando ella ya era mayor, quiso traspasar el local y lo cogió mi marido. Lo inauguramos el 20 de diciembre de 1975, justo un mes después de la muerte de Franco. Yo en ese momento estaba estudiando, era muy jovencita, pero conocí a mi marido, me enamoré y me embarqué con él en esta aventura. Empecé en la parte administrativa porque yo había estudiado peritaje mercantil, pero no tenía ni idea del mundo de la noche ni de la farándula.
¿Cómo decidís convertirlo en un local de sexo?
Mi marido, que es un gran empresario, ya había tenido otras salas de fiestas con espectáculos eróticos. Cuando abrimos, empezamos haciendo striptease. En aquel tiempo, prácticamente en la dictadura, las artistas no se podían quitar el sujetador, se tenían que quedar con las pezoneras y era impensable que se quitaran el tanga.
¿Qué es la Sala Bagdad? Hay quien cree que es un prostíbulo o una sala de striptease.
La gente tiene un gran cacao en la cabeza… El Bagdad es un local pionero de espectáculos porno. No trabajamos con prostitutas, trabajamos con actrices porno que se dedican a hacer espectáculos en vivo.
También ofrecéis shows privados?
Si viene una pareja o una despedida de soltero y quieren un espectáculo privado, también lo hacemos. Vienen parejas que quieren que otra pareja les haga un show porno solo para ellos; señoras que, por sorpresa, le regalan a su marido un espectáculo de striptease… Y también hacemos fiestas privadas para grupos y empresas.
¿Los espectáculos están adulterados o se trata de sexo en vivo, sin trampa ni cartón?
Lo que tiene el Bagdad es que ofrecemos sexo explícito sin trampa alguna, a veces con eyaculación incluida. La sala es pequeña y el público está muy encima, tocando al artista.
¿Son espectáculos participativos?
Por supuesto. Es un espectáculo interactivo y el público participa activamente, sexualmente. Se practica sexo en el escenario con el público que viene.
¿Cuál sería, en general, el perfil del público de la sala?
Son personas de nivel adquisitivo medio alto. Viene mucho turista (un 75% del público), de Estados Unidos, de México, ingleses, noruegos, rusos y asiáticos. Vienen personas de varias edades, desde grupos de chicos y chicas jóvenes hasta parejas más mayores.
¿Dirías que el sexo está todavía estigmatizado?
Hay mucha hipocresía y doble moral, pero después de 40 años aquí cada día me sorprendo del público que viene: personas mayores que permiten que su pareja haga un trío en el escenario delante de todo el mundo; hombres con su corbata y su americana que acaban teniendo sexo con nuestra artista trans… Aquí la gente se transforma.
Por el Bagdad han pasado famosos como Nacho Vidal o Rocco Siffredi. ¿Qué otros nombres destacarías?
Actualmente tenemos a grandes nombres del porno como Dinio, su hermano Rafa, Marco Banderas, Susy Gala, Sophie Evans, Alba de Silva… Nacho Vidal empezó aquí. Todas las estrellas del porno pasan por aquí, el Bagdad es la cuna del porno en España, es una escuela, como La Masia pero del porno.
¿Cómo seleccionáis a los artistas?
A mí me viene la gente y me pide trabajo, me mandan sus fotos y su experiencia y yo hago la selección. No hacemos castings al uso, yo tengo mucha intuición para saber si alguien tiene valía, aunque no tenga experiencia. Eso me pasó con Nacho Vidal: en el momento en que lo vi, supe que iba a llegar lejos.
¿Os afectó la crisis?
Sí que la notamos, pero uno de mis lemas para mantenerme aquí es que, aunque estemos en crisis, el espectáculo no decae, seguimos manteniendo la calidad. Lo que sí que nos afectó en 2017 fue el procés, porque tenemos mucho público que viene de fuera y bajó mucho la cantidad de gente en los meses de octubre y noviembre, que por lo general son muy buenos porque hay congresos y ferias, lo que nos reporta mucho público.
Durante todos estos años has vivido en primera persona la transformación del Paralelo. ¿Añoras tiempos mejores?
Recuerdo cuando empezamos aquí, en el Paralelo, que era el momento de apogeo de los music halls, del Molino, del Arnau… La gente salía al teatro con sus pieles, con sus joyas… Era muy bonito. Ahora todo ha cambiado y me da pena ver cómo están el Molino y el Arnau, pero hay que tirar para adelante y hay que evolucionar.
También llegó internet y el consumo de sexo ahora es más accesible que nunca. ¿Os habéis adaptado a ello?
Nosotros fuimos los pioneros en hacer shows a través de webcams interactivas, cuando no existía la banda ancha ni la fibra óptica. Montamos unos estudios de video-chat y las chicas trabajaban desde allí. Emitíamos junto con Private, que estaban muy introducidos en el mercado americano. Las chicas estaban en los estudios y se conectaban durante 24 horas al día. Este servicio todavía lo ofrecemos, pero ahora las chicas trabajan desde casa.
¿Qué relación tenéis con el entorno? ¿Habéis tenido problemas por ser un local de sexo?
En más de cuarenta años nunca hemos tenido un problema. Nunca ha tenido que intervenir la policía y ni siquiera hemos tenido que llamar a una ambulancia. Tenemos control de acceso y no generamos ningún tipo de escándalo. Las personas que pasan por la calle, que van con sus copas de más, pueden ser más o menos conflictivas, pero con nuestros clientes no ha habido nunca ni un problema, son personas que pagan su entrada de 90 euros y no vienen a crear problemas.
¿Qué ocurrirá con la sala cuando tu marido y tú os jubiléis?
Ya tenemos quien se hará cargo de la sala… ¡Larga vida al Bagdad!