Háblenos un poco de su recorrido como activista. ¿Cuándo empieza su interés por la lucha social?
Vengo de una familia de tradición republicana y de izquierdas. Durante la Guerra Civil, mi padre se fue de voluntario a luchar con el Ejército Rojo contra el alzamiento franquista. Eso influyó en mi toma de consciencia y mi posicionamiento. Cuando estudié ingeniería técnica en la Escuela Industrial enseguida me involucré en la creación del Sindicato de Estudiantes. Desde entonces no he dejado de estar activo en los movimientos sociales.
Ha estado vinculado al movimiento sindicalista hasta el momento de su jubilación…
Tenía la convicción de la importancia del movimiento obrero para la transformación de la sociedad. Dejé de estudiar ingeniería y me metí a trabajar en fábricas, tuve que escapar de casa y vivir clandestinamente por intentos de detención. En ese entonces estaba metido en las Comisiones Obreras de la época y así empezó mi vida sindical.
Era usted muy joven…
Sí, antes de ir al servicio militar entré a trabajar en Seat. Era el año 70 y estuve implicado en un conflicto. En una reunión clandestina en Sant Boi nos detuvo la Guàrdia Urbana y estuve unos días en la Modelo. Durante el servicio militar, como tenía convicciones de cambiar las cosas y luchar contra la dictadura, organicé comités de soldados. La policía militar me llevó a ser interrogado a la comisaría de Via Laietana y posteriormente dieron la orden de que tenía que ir a prisión militar. Tomé la decisión de desertar. Estuve un año clandestino en Barcelona, con el apoyo de compañeros de los comités de soldados que había organizado, pero cuando los recursos escasearon para los compañeros que me escondían, opté por exiliarme y me refugié en Francia durante dos años y medio, antes de volver clandestinamente a España poco antes de la muerte del dictador.
¿Entonces regresa a Seat?
Al principio de la transición lideré la batalla por la amnistía laboral en Seat. Fue una de las primeras fábricas en que se consiguió y como consecuencia de ello regresé a la empresa. Desde ese momento volví a retomar la actividad sindical.
Ha visto evolucionar el movimiento sindical. ¿Está usted decepcionado?
La palabra no sería decepción, porque siempre hay que comprender lo que sucede. Sí es cierto que durante el franquismo había una gran solidaridad y unidad en el movimiento obrero y una capacidad de respuesta importante. Con el tiempo, eso fue cayendo por diferentes causas. Para mí el punto de inflexión que se produce en Seat fue cuando los sindicatos entraron a negociar con la empresa la gestión de las contrataciones. Para la empresa fue un gran negocio porque obtenía unas contraprestaciones. Es decir, si tú te mantenías reivindicativo, la empresa te cortaba el flujo de administrar esos contratos. Se creó un cierto clientelismo sindical. Algunos nos opusimos a ese sistema y a consecuencia de nuestra protesta se expulsó del sindicato a los dirigentes de CCOO de Seat Martorell. Eso condujo a un problema de desmovilización del sindicalismo.
Cuéntenos el desenlace de su lucha en Seat.
En 2005 la empresa impuso un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a 680 trabajadores de la plantilla, que también me afectó a mí, y que fue un proceso de limpieza de la gente más combativa. Ese expediente fue participado también por los dirigentes sindicales de CCOO y UGT. No era un problema de que sobrara personal porque, al cabo de unos meses, la empresa volvía a contratar gente. Una parte de los afectados por el ERE volvieron a la fábrica, pero el núcleo que ellos consideraron que había que cargarse, no podíamos reingresar. Eso nos lo comunicaron en 2008 y precipitó que algunos compañeros nos pusiéramos en huelga de hambre e hiciéramos varias acciones. A raíz de esto, los trabajadores acabaron apretando a los sindicatos para convocar una huelga en fábrica y, a partir de la convocatoria de esa huelga unitaria, la empresa se bajó los pantalones y aceptó el reingreso del resto de gente.
¿Qué poder real tienen hoy en día los sindicatos?
Los sindicatos solo tienen poder si la clase trabajadora en las fábricas tiene consciencia y participa. Hace falta un movimiento obrero educado, consciente, que se una en asambleas… Las crisis evidentemente debilitan el movimiento sindical porque la gente prioriza el tener trabajo.
¿Los movimientos sociales operan al margen de los sindicatos?
Inicialmente los sindicatos históricos eran socio políticos, globalizaban toda la respuesta al sistema capitalista de la época. Cuando su actividad pasa a reducirse a las fábricas y los centros de trabajo, dejan todo un espacio que, en la medida que nadie lo cubre, es la clase trabajadora y la propia ciudadanía la que se organiza y genera movimientos sociales autónomos.
También está usted metido en Marea Pensionista. ¿Qué futuro augura usted en este sentido? ¿Las generaciones venideras tendremos pensiones?
Creo que la gente joven tiene que mirar la experiencia de las mareas pensionistas y entender que estas no luchan solo por su generación, luchan por mantener las pensiones públicas también para las generaciones venideras. Durante un tiempo, la gente joven solo ha vivido la precariedad y, cuando eso ocurre, la tendencia es a creer que la precariedad es normal. Pero a pesar de esas circunstancias, la gente joven ha sido capaz de reaccionar, de autoorganizarse y de obtener victorias. Yo confío que es posible ganar la batalla de las pensiones.
En estos últimos años ha estado enfrascado en la lucha por la Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC). ¿Cuándo surge esta lucha?
Esta iniciativa surge en el 2011 cuando el gobierno presidido por Artur Mas adoptó una serie de recortes sociales para reducir el gasto social. Hicieron una contrarreforma de lo que era la Renta Mínima de Inserción (el PIRMI) y criminalizaron a las personas que cobraban esta prestación acusándolos de fraude. En el verano de 2011, cuando ya había surgido el movimiento del 15M, respondimos. Entonces nos planteamos que, mejor que volver a la situación anterior al recorte del PIRMI, era apostar por el derecho a la Renta Garantizada de Ciudadanía, establecida en el Estatuto de Autonomía (artículo 24.3). Esa era una formulación mucho más avanzada que el PIRMI.
Se constituye entonces la plataforma impulsora de la Renta Garantizada de Ciutadana…
Entonces impulsamos una ILP con el objetivo de hacer realidad ese derecho que había en el Estatuto y construimos el proyecto de ley de la Renta Garantizada. Hubo elecciones de por medio y el proceso se ralentizó hasta poder presentar la ILP al Parlament. Cuando ésta fue admitida a trámite, recogimos más de las 50.000 firmas necesarias y, en 2014, presentamos en el pleno del Parlament la propuesta del contenido de esa ILP. Des de la Generalitat siempre se ha intentado que el proceso se dilatara al máximo para que no se votase esta ley y nosotros tuvimos que hacer varias acciones hasta que pudimos empezar la negociación con el gobierno, una negociación que fue muy dura hasta que, finalmente, se aprobó por unanimidad en julio de 2017.
¿Se aplica correctamente esta ley?
Sabíamos que con todas las trabas que había puesto el gobierno de la Generalitat, haría todo lo posible por no aplicarla correctamente, por eso decidimos no disolvernos. La RGC tiene una prestación central, la propia renta garantizada, y los complementos de pensiones no contributivas y prestaciones sociales. Los problemas los encontramos con las nuevas solicitudes, porque se descubrió que estaban incumpliendo la aplicación de la ley; no se aplicaba el silencio positivo y se denegaron muchas solicitudes sin alegar razones claras. El nivel de resoluciones negatorias era del 90% y la gran mayoría eran injustas. A partir de aquí iniciamos acciones iniciativas ante el Parlament para que se revisen todas las solicitudes denegadas, se recorte el tiempo de carencia a dos meses (el tiempo que tienes que demostrar que tus ingresos son inferiores al umbral de la renta garantizada) y se acorte el tiempo de resolución administrativa.
¿El presupuesto que destina la Generalitat a la RGC es suficiente?
Los datos de Idescat en Catalunya, relativos a 2018 cuando ya se aplicaba la ley, indican que hubo un incremento de la pobreza severa y la pobreza relativa. Demostración evidente de que se incumplió la ley. Pongamos como ejemplo la Renta de Garantía de Ingresos de Euskadi, en la que el gobierno de Euskadi se gasta el 4,35% del presupuesto, con una tasa de vulnerabilidad mucho menor que en Catalunya. Aquí se le destina solo el 1,1% del presupuesto. Y eso es insuficiente para implementar correctamente la RGC. Por eso hemos sacado un comunicado en que, ante la situación de emergencia en que la pobreza se va a disparar, planteamos que haya 500 millones de partida presupuestaria y en 2021 establecer ya el 4% del presupuesto de la Generalitat.
Se ha aprobado el Ingreso Mínimo Vital por parte del Gobierno estatal. ¿Cómo han recibido esta noticia?
En abril del mes pasado enviamos una carta al presidente del Gobierno con una serie de propuestas para garantizar la compatibilidad y complementariedad con la RGC. En primer lugar, esperamos que dicha ley respete las competencias de la Generalitat de Cataluña, así como de otras comunidades autónomas, buscando el mejor encaje con las diversas leyes existentes de Rentas Mínimas, Básicas, de Garantía de Ingresos…
Hemos oído que se presenta a las primarias por Podem junto a Noelia Bail. ¿Como será este proyecto político?
Sí, eso es a título personal. Soy miembro del Consell Nacional de Catalunya en Comú y estoy en Podem desde hace un año y pico. La idea es recuperar lo mejor del impulso inicial de Podem, en que la influencia del 15M fue muy evidente, porque con el tiempo se generan desgastes y abandono de aquellas ideas iniciales. También hacemos una apuesta muy clara por el papel de los movimientos sociales, que nadie se piense que la acción del gobierno es suficiente. Siempre hay que tener muy clara la opinión de los movimientos cuando se hacen debates o medidas parlamentarias.