¿Cómo recuerdas tu primer contacto con el mundo de la farándula?
Con 16 años empiezo mi profesión en el mundo del espectáculo en el Teatro Moratín, lo que ahora es Luz de Gas. Allí empiezo a trabajar como actor con Joan Pera, Anna Maria Barbany, Martín Galindo y Sancho Gracia. Hacíamos la obra Tiempo de espadas, la historia de los 12 apóstoles, pero en tiempos modernos. Yo hacía de hermano de Joan Pera y no tenía ninguna frase. Joan me decía “Jano, abre la puerta” y yo la abría.
Y de allí saltas al Paralelo…
Estuve un año en el teatro Moratín y de allí fui al Paralelo, al Teatro Español, que era la sede del Teatro Nacional de Barcelona. Allí estaba la compañía de Àngel Guimerà, con actrices como Montserrat Carulla, Vicky Peña, Carme Elias… todas jovencísimas porque estamos hablando del año 73. Con 18 años me nombraron representante de gira de esta compañía, aunque yo en realidad lo que quería era seguir siendo actor.
¿Así empieza tu recorrido como relaciones públicas?
Yo era muy espabilado, había aprendido mucho y dominaba los medios de comunicación. Por el Teatro Nacional pasaban las mejores figuras del mundo del espectáculo y yo organizaba los encuentros con periodistas. Allí es cuando empiezo a darme cuenta de que a mi lo que se me da bien no es ser actor sino echar una mano, programarles la agenda, organizar citas con la prensa… En definitiva, estar con ellos para cualquier cosa que necesitaran.
Después del Teatro Español y del servicio militar ¿dónde continúa tu andadura?
Estando en el servicio militar, Pepe Buira –que llevaba el Teatro Victoria– me manda cartas con dinerito para convencerme de que al salir de la mili me incorpore a trabajar con ellos. Así es como me contratan con la compañía Loco Loco Paralelo, que es el primer musical que hace Paco Morán, y me nombran promotor y relaciones públicas del Teatro Victoria.
¿Cómo te introduces en el mundo de la noche?
Estando en el Teatro Victoria me ofrecen llevar la primera discoteca donde trabajé: Camelot. Yo era un personaje con mucha fuerza porque dominaba todo el Paralelo, era un pimpollo con mucha labia, los invitaba a las discotecas, los llevaba a cenar… Y dominaba a la prensa. Todo lo que yo he ido haciendo en la vida ha sido por los contactos y por la buena relación que tengo con la gente.
Y gracias a esos contactos inauguras una sala de fiestas en el Paralelo…
Me ofrecen que deje el teatro y Camelot para inaugurar el Barbarroja: una sala de fiestas de 1.800 m2 al lado del Teatro Martínez Soria. Allí organicé las mejores actuaciones que la gente podía imaginar (Lola Flores, Rocío Jurado, Raphael…) en directo y con músicos. Y contraté a José María Iñigo, el mejor presentador de aquellos tiempos.
Es en esa época cuando consigues que se recupere el Teatre Arnau.
Cuando marcho del Teatro Victoria y voy al Barbarroja, hago gestiones y consigo que mi jefe de Barbarroja ayude a mi ex jefe Pepe Buira para que este pueda comprar el Arnau en 1982 y recuperarlo como teatro de revista, porque entonces era un cine de pajilleras. Esta es la primera recuperación que hago de un establecimiento en el Paralelo.
Tras tu paso por el Barbarroja, te marchas del Paralelo.
Después de esta etapa me hicieron una oferta que no pude rechazar de un local en Consell de Cent y luego estuve en Quartier. Después de esto yo ya tenía suficiente dinero como para jubilarme y estaba cansado de las discotecas.
Pero regresas al Paralelo casi 30 años después…
Regreso para montar Barcelona de Noche, uno de los locales más emblemáticos de la ciudad, estaba en la calle Tàpies i era de transexuales. Mi objetivo era convertirlo en un restaurante con espectáculo, pero no pudo ser. Se convirtió en un local de despedidas de soltero y entonces es cuando decido dejar de trabajar allí. Y me dedico a vivir, a disfrutar y a viajar por todo el mundo. Y así me pasé 15 años, sin querer saber nada del mundo del espectáculo.
¿Cuándo decides montar el Loco Loco Paralelo?
Yo buscaba un local solo para guardar mis cosas, no tenía ninguna intención de montar un bar. Pero mi mujer me dio la idea de montar allí mi oficina, mientras ella estaba en la caja atendiendo a la clientela. Y de allí surge la idea del Loco Loco Paralelo, pero tardé cuatro años en montarlo porque no tenía ganas. Yo, con ser la mano derecha del señor Jaime, ya tenía suficiente…

Háblanos de tu relación con él, con Jaime Albó, uno de los más importantes empresarios del Paralelo y dueño de la Sala Apolo…
Nuestra relación empezó cuando yo estaba en Barbarroja, en esa época nos reuníamos todos los folclóricos por las noches en el bar Arnau, que no cerraba nunca. Allí hicimos muy buena amistad y yo le conseguí la primera entrevista para televisión, a través de Julià Peiró, una de las personas a quien yo estoy más agradecido. Cuando él adquiere la Sala Apolo le ayudé a montar los Miércoles Golfos, una fiesta en la que se invitaba a los artistas de Barcelona y actuaban con la orquesta de señoritas. Así es como la sala empieza a ganar popularidad y empiezan a alquilársela para hacer actuaciones y sesiones de alto nivel.
En el sótano de tu local tienes un museo lleno de recuerdos de la época dorada del Paralelo…
Mi ilusión es conseguir un local en el Paralelo donde exponer todo lo que tengo. Los dueños del Teatro Apolo me han cedido todo lo que hay en el almacén desde los años 40: músicas, libretos, fotos, carteles… Me lo ceden a mí porque saben que soy la única persona que tiene interés en que todo esto algún día se pueda exponer.
Una de las opciones era hacer un museo en el futuro Teatre Arnau… ¿Qué opinas sobre cómo se está llevando su gestión?
A mi nadie me ha comunicado nada ni me ha pedido nada para el supuesto museo… Creo que el Arnau será un desastre, no podrá funcionar nunca porque está en manos oficiales, en manos de gente que no conoce el Paralelo de verdad.
¿Y el plan de usos del Paralelo qué te parece?
Creo que tendríamos que dedicarnos más al comercio y eliminar locales de hostelería, y sobre todo de hostelería cutre, que estamos invadidos. Aquí cada uno hace lo que quiere, unos tienen ocho mesas, otros catorce, hay otros que no deberían tener terraza y la tienen… También nos falta la mitad del Paralelo por terminar. Vivimos un momento en qué hablamos mucho pero no hacemos nada.
¿Te jubilarás algún día?
De trabajar, sí, pero de mi vida farandulera y del mundo de la noche espero no jubilarme nunca, porque yo soy… experto en farándula!