Anna Pruna / Faouzia Chati Badou tiene una historia muy diferente a la de la mayoría de mujeres marroquís que llegan a Cataluña. Ella procede de una familia noble de Marrakech, estudió filosofía en Rabat y vino a Barcelona para visitarse en la clínica del doctor Barraquer. De eso hace ya 18 años y ahora es la presidenta de la Associació de Dones Marroquines de Catalunya y ha sido la pregonera de la Fiesta Mayor del Raval. Faouzia es una líder, una mujer con las ideas claras que quiere acabar con la concepción de que las mujeres musulmanas son sumisas y que tienen que estar siempre en casa dependiendo de sus maridos.
Cuéntanos tu historia. ¿Cómo llegaste a Barcelona?
Vine a Barcelona en 1989 porque tengo una enfermedad en los ojos y vine a ver al doctor Barraquer. La historia de mi llegada es muy diferente de la de los inmigrantes porque la mayoría vienen a mejorar su vida pero yo vengo de una familia muy noble, mi abuelo es el alcalde del pueblo e incluso tenemos dos chicas de servicio. Vine muy contenta con la sola intención de curar mis ojos y ver un país nuevo. Pero aquí encontré a mi actual marido, un catalán que por amor se convirtió al Islam para que nos pudiéramos casar. Ahora vivimos en el Raval y tenemos dos hijas.
¿Cómo decides fundar la Associació de Dones Marroquines de Catalunya (ADMC)?
He visto que las mujeres marroquís aquí son muy cerradas. Solamente llevan los niños al colegio, van a la compra y están en casa. Tienen estos tres puntos clave. Yo creo que la mujer tiene que salir, tiene que trabajar, participar y charlar con otras personas. Por eso creé esta entidad y ahora se empieza a correr la voz y empiezan a animarse más mujeres. Esto también las ayuda a trabajar en restaurantes, servicios domésticos… Porque la mayoría de mujeres buscan trabajo de cocineras, todas cocinan muy bien pero solo cocinan comida de nuestro país. Aquí les damos clases de cocina occidental y de lengua.
Faouzia Chati al CC Drassanes / Anna Pruna
¿Cuál es el perfil de las mujeres que están en la ADMC?
Ya somos 60 mujeres aunque nunca nos juntamos todas. Hay mujeres de Marruecos pero también de Senegal, de Egipto, Nigeria y muchas mujeres españolas se han apuntado. Tenemos la puerta abierta. El objetivo es que las mujeres tengan autonomía para no depender siempre de los maridos, que puedan trabajar y tener su dinero y que aprendan el idioma para poder ayudar a sus hijos con los deberes…
¿Qué relación hay en el Raval entre las distintas culturas que conviven?
Muy buena. Somos vecinas y en las fiestas siempre compartimos mesa. Sobre todo con los paquistanís, los de Bangladesh, las filipinas y también con las bolivianas.
¿Qué te pareció que te propusieran ser la pregonera de la FM Raval?
Para mí es un sueño hecho realidad. Soñaba que algún día se me consideraría como una persona digna que puede hacerlo. Doy muchas gracias de corazón a la gente que me ha regalado este privilegio. En el pregón hablé de mi historia y de la de mi calle, la calle Lancaster, que tiene una gran historia.
Faouzia Chati durant el pregó de la FM Raval / Cedida
¿Qué os falta a la mujeres musulmanas para sentiros 100% integradas en la sociedad catalana?
Lo primero que necesitamos las mujeres musulmanas en Barcelona es una mezquita porque los hombres van a la mezquita a rezar y las mujeres se quedan en casa. En Marruecos tenemos mezquitas de hombres y de mujeres. La oración en la mezquita tiene 27 puntos y la oración en casa sólo uno, estamos perdiendo 26 puntos. Para nosotras significaría mucho tener mezquita pero la gente aquí no entiende lo que sentimos nosotros.
¿Los casos de discriminación e islamofòbia proceden de este desconocimiento?
Sí, todos hemos sufrido situaciones desagradables. Yo he subido al metro y he visto señoras que se agarraban fuerte el bolso y una le decía a la otra “vigile”. O ir a preguntar dónde está una calle y que te digan “no, no, no llevo cambio”. Hay mucho prejuicio. Sin embargo con el tema del terrorismo sí que entiendo que la gente tiene miedo, todos tenemos miedo, porque no sabemos quién puede hacernos daño.
¿Cómo vive tu comunidad el drama de los refugiados?
Es una pena que la gente que está escapando de la muerte se encuentre de lleno con la muerte o con el rechazo. Ellos sufren y nosotros también porque sentimos lo que están viviendo. Conozco una refugiada palestina que lleva tres años aquí y ya podría hacer los papeles de residencia. Cuando lo ha intentado le han dicho que no, que tiene que volver a su tierra. Pero ella ya no tiene tierra.
Un tema muy polémico aquí es el del uso del velo. ¿Qué te parece que algunas personas crean que no deberíais llevarlo?
Para las musulmanas religiosas no se trata de querer o no, el velo tenemos que llevarlo. Nuestra guía es el libro del Corán, y el Corán dice que la belleza de la mujer solamente tiene que disfrutarla su marido.
El verano pasado llegó el debate del burkini…
¡Yo hace 12 años que llevo burkini! Lo compré en Turquía. Tuve problemas en la piscina de Can Ricard el primer día que lo llevé porque se pensaban que me estaba bañando en chándal, pero les conté y en seguida lo entendieron.
¿Te gustaría regresar a tu país? ¿Qué es lo que más echas de menos?
Echo de menos todo. Mi entorno, mi familia. El olor de la verdura y de la fruta. Allí cuando traíamos una caja de manzanas a casa toda la casa olía a manzana. Pero a Marruecos sigo yendo por lo menos tres veces al año.